El gordo Canoa
Personaje extraño el que conocí hoy. Realmente solo sabía de él por oídas. "Que es bien lindo", "que es buen pedo"... infinidad de comentarios sobawebos. Me cuesta trabajo imaginar por qué le inspira tanta empatía a la gente, ya que yo no le encuentro lo agradable ni lo interesante, ni nada... es sólo el gordo Canoa en su monofacética actitud de "yo quiero a todos y todos me quieren a mí". Tan solo pensar que el gordo Canoa es suceptible de la ira o la envidia me resulta altisonante, asi que prefiero mantener la concepción de que simplemente es un obeso estúpido.
El gordo Canoa es popular entre chicos y chicas, será por su tendecia a contar historias disparatadas. Hoy por ejemplo, a manera de introducción, contó de sus aventuras en Grasia y de cómo escalaba las montañas Cebosas con el Panquenón al fondo. El gordo Canoa es suceptible a imaginar todo como comida: y es que todos sabemos que el "Panquenón" no existe. Eso a él no le importa; lo cuenta como si fuera la pura verdad y no duda en inventar nombres y personas.
El gordo Canoa tiene un gusto peculiar (yo diría demasiado intenso) por la vida. Siempre sonriendo con protruyentes cachetes elefantiásicos y actitud obeso-compulsiva; sonrie por nomás, porque sí, porque le gusta. Yo de veras no lo entiendo y no se supone que lo entienda porque lo acabo de conocer, pero de alguna manera siento que él y yo somos lo mismo, sólo que en versión antagonista... y bueno, no estoy tan gordo. De verás se parece mucho a mi, de tal manera que no entenderme me resulta en una dualidad tremendamente confusa.
Al gordo Canoa le interesan ciertos temas que para mí son un misterio, además de que carecen de un efecto seductor. Por ejemplo, le intriga la manera en como Johnny Espiga mantiene tan verdes sus dientes o la verdadera razón por la cual mi cuarto está pintado a cuadros. El defecto del gordo Canoa es que no entiende a los demás y quiere tratar sus inquietudes con gente a la que realmente sus menesteres los tiene sin cuidado (y esto es particularmente cierto los domingos), pero la simpatía que este obeso personaje inspira es tan grande que la mayoría de la gente se aguanta, o en el peor de los casos se retira silenciosamente para no herir el endeble orgullo del gordo. Yo, por supuesto, hoy le tuve paciencia, pero no creo que pueda mantener mi mente en stand by por 10 minutos más de seis veces al día.
Lo más horrible de esta situación es que una vez que se conoce al gordo Canoa ya no se puede dar marcha atrás y te lo vas a encontrar por todas partes. De ahora en adelante será imposible para mí evitar sus preguntas incoherentes y sus historias retorcidas. A decir verdad ya no tengo escapatoria porque el gordo Canoa se hará presente en cada uno de los eventos importantes en mi vida, invitado o no. Me convertiré en uno mas de todo su séquito y seré testigo y víctima de sus sonrisas con sus cachetes. Es mejor resignarse y darle la bienvenida: ¡Bienvenido, gordo Canoa! Pasa y ponte comodo, mi mente es toda tuya; invádela, que al cabo no hay nada más... pero recuerda que aquí la simbiosis es evidente: yo te voy a alojar, pero procura ser agradecido y limpiar de vez en cuando.