You're my weapon of choice
Te elijo a ti entre todas. Tomo tus labios y me maravillo, me embriago, me saturo del dulce que brota de cada pliegue. Me he decidido por ti entre millones de posibles candidatas y te maldigo con mi necesidad de protegerte. Te escojo entre las demás por cada centímetro de tu piel que huele a flores o a confites. Te selecciono sin pedir nada a cambio, sin exigencias absurdas y me contento con el bamboleo de tu voz angulada. Entre tantas, te quiero a ti por tu sonrisa de perfecta imperfección y tu corteza de ébano. Y si lo preguntas, es culpa mia, culpa de mi miedo de vidrio ardiendo en cada constelación que me ofreces.
No te ofendas, pero debo decirte que me das lástima, me das una tristeza enorme de infierno destrozado porque eres mi elección. Ser elegida por mi es perder, es la descepción abominable, el regalo que nadie quiere y te consume vorazmente y no le cuesta nada engullir a otros y a todo y a mí contigo.
Te elijo a ti por tu encarnación de Perséfone. Al caminar camino en círculos, en tus círculos; los repaso, los conozco, los exploro, los deseo, deseo que me deseen, los reanimo, los pongo a prueba. Te escojo aun invadida de máquinas, bañada en tuercas, porque eres imposible empañar, porque no te molestas en ser translúcida. Siempre andas en campos cubiertos de flores, poblados de aves, aunque sea mentira. Me evocas el cielo alemán al que tanto amor inocente le tengo, y no es comparación, pero si hay algo digno de enorgullecerse en todo esto, es de mi amor celeste y escasas memorias.
Resultaste electa por el juego cruel de mi mente, culpa de mi lengua que se enrosca sobre ella, sobre otras, sobre mis pies, sobre los nudos haciendo mas nudos y el microcosmos que se forma de puros dedos y lenguas y nudos y en el centro tú como pilar que me resultas, como base colérica entre tantas otras que no me pueden. Si fueras mi único soporte ya me habría desvanecido. Por suerte tengo mas, pero ninguna tan perfumada ni tan monstruosa.
Te prefiero porque tienes miles de salientes, bifuraciones, esquinas, anastomosis, conexiones, detalles, ángulos, escondrijos, madrigueras, secretos pequeñisismos; y cada uno es más bello que el anterior y cada uno intriga más que el anterior. No puedo ni siquiera mirar porque caigo en el ciclo lastimero y resplandeciente al que me estás acostumbrando. Son tantos y tan poblados y tan detallados en milímetros exquisitos que me pierdo, despierto con el alma calcinada. Cada vereda que te descubro me hechiza y me toma por el cuello intensamente, mi cabeza rueda, mis manos no se levantan. Todas tus veredas tienen sus propios caminos, cada caminillo tiene sus senderos diminutos con flores, plumas y riachuelos flamantes. Tiemblo ante tu contraste, porque sólo tú eres arroyos con fuego y me sobrecoge cómo me confundes, el vértigo fragante al que me empujas.
Por eso te escojo a ti, porque me matas, pero contigo morirse da gusto. Contigo lo aterrador es placentero y tus muslos de gatillo se aprecian sabrosos y no me da miedo disparar.